La Ciudad del Deseo

Jordi Borja, sociólogo, geógrafo y urbanista barcelonés que ha mantenido un gran interés por el concepto de ciudadanía y espacio público.  Borja utiliza el concepto de «la ciudad del deseo» para referirse a la ciudad que se quiere y se debe reclamar, la cual, él visualiza como una «mezcla de conocimiento cotidiano y de misterio, de seguridades y de encuentros, de libertades probables y de transgresiones posibles, de privacidad y de inmersión en lo colectivo.«

Foto: Estudio Urbalan Arquitectura y urbanismo SLP

En la ciudad lo primero es la calle, lugar de encuentros promovidos a través de los espacios colectivos como las plazas, los comercios y los cafés, capaces de producir sentido, intercambio e identidad. El espacio público ayuda a definir e indicar la calidad de vida y la cualidad de la ciudadanía. Sin embargo, el urbanismo funcionalista ha substituido ésta ciudad del intercambio y la diversidad por la ciudad de la arquitectura de los objetos – mercancía al emplear estrategias que combinan el zoning con la privatización.

De lo anterior se derivan dos problemáticas base: la circulación y la seguridad, que al tratar de resolverse de manera individual más que brindar soluciones efectivas, parecen agravar más la situación. La mayor parte de la ciudadanía prioriza el uso del automóvil, pero las autovías urbanas además de segmentizar, provocan el desarrollo de guetos así como el aumento de las distancias y la congestión. Por tanto, señala Borja, el desafío debe centrarse en encontrar un equilibrio entre centralidades y movilidades: «Si los derechos de centralidad y de movilidad no son universales, la ciudad no es democrática.»

Los centros son las partes de la ciudad que pueden proporcionar más «sentido» a la vida urbana pero, corren el riesgo de deteriorarse convirtiendose en áreas marginales si se homogenizan hasta el punto de indiferenciarse. Por esta razón, Borja cree importante comenzar a hacer ciudad sobre la ciudad misma, es decir, establecer un compromiso entre el téjido histórico y el nuevo favoreciendo la mixtura social y funcional. Para ello, él propone una serie de puntos a tomar en cuenta a la hora de hacer ciudad:

1. Realizar proyectos que resuelvan simultáneamente dos, tres, o más problemas.
2. Proyectar primero el espacio público y luego articular ejes de continuidad física y simbólica entre los nuevos proyectos y la ciudad existente.
3. Las áreas urbanas sin vivienda no son ciudad. Mantener la vivienda en áreas centrales aunque se presenten como áreas de nueva centralidad o parques empresariales de servicios.
4. Actuar en bordes, en antigüos barrios populares, en ejes circulatorios y en áreas obsoletas recuperables desarrollando proyectos como estrategias urbanas coherentes, socialmente consensuadas y sobre una base de cooperación público – privada.
5. Respetar la historia y la tradición cultural urbana de cada lugar.
6. El sector público debe ser promotor, no simplemente controlador, regulador y operador subsidiario.
7. Hacer ciudad es hacer cultura y comercio. El lujo del espacio público no es lujo, es inversión económica y justicia social.

Por último, Borja reflexiona sobre como la ciudad debe emerger de nuevo como un espacio colectivo dedicado a la mixtura y al referente cultural para hacer frente al mundo suburbano que vive en las periferias en donde la población suele ser el doble o el triple de la población total de la ciudad. «Construir hoy ciudad es tener un proyecto de ciudadanía, ampliar los derechos de tercera generación.»

Como «usuarios» del espacio urbano, es importante plantearnos, colectivamente, como sería la ciudad de nuestro deseo. Muchas veces, los problemas sociales de una ciudad pueden resolverse cuando se plantean soluciones efectivas a la hora de planear nuevos proyectos urbanos capaces de brindar justicia social y no solo el beneficio personal de unos pocos. Pero, para evitar que los otros decidan por nosotros, hace falta que primero nos cuestionemos si la ciudad como tal nos brinda calidad de vida y como esta podría mejorar.